miércoles, 12 de agosto de 2020

Mi exposición por Radio Martí

Yo no quiero politizar este problema de mi expulsión de la UNEAC. Yo
pienso que para que tal expulsión tenga efecto definitivo tiene que
venir aprobada desde la dirección nacional con sede en La Habana. Pero
tampoco guardo la esperanza de que la revoquen, ni me preocupa. Pero
si los cerebros pensantes de la dirección nacional estudian mi carta a
Díaz-Canel, comprobarán que dirigirme al presidente del país y
declararle mi inconformidad por la segregación de nuestra moneda
frente a las divisas extranjeras, junto a solicitarle una apertura
económica total para que los productores de alimentos se sientan
estimulados a multiplicar sus rendimientos, está no solo dentro de un
marco jurídico legal y completamente respetuoso, sino que deviene en
aporte muy bien analizado y discutido entre muchas personas
inteligentes con las que converso a menudo fuera del ámbito del
partido, siempre al margen de las tendencias políticas.
Satanizarme por pensar y hablar con entera libertad y sin hipocresía,
es faltar el respeto no a mí, sino al Apóstol. Y lejos de aplastarme
con el castigo de la expulsión, han conseguido que mi nombre circule
en las redes sociales como un tornado, cuando para nada ha sido ese mi
interés.
Mi interés es publicar mis libros y ponerme, mediante mis escritos en
contacto con muchas personas que, en su mayoría, no podré siquiera dar
un abrazo o un apretón de manos. Y dentro de mi interés por esas
personas a las que les he servido de portavoz, está el interés por
mejorar a mi país con ideas positivas, que es mejorar la vida futura
de mis hijos y mis nietos; para que mañana no determinen marcharse de
esta tierra, porque quienes la gobiernan no ofrecen margen ni siquiera
a las opiniones ajenas.

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