domingo, 25 de octubre de 2020

Carta al Señor del Espacio Sideral

Señor del Espacio Sideral:

Me dirijo a ti por tres razones: en primer lugar, porque desde los remotos tiempos de la infancia griega, según nos refiere Aristófanes, hombres tan sabios como Sócrates conocían de Tu existencia; en segundo lugar, porque al llamarte por este nombre quedo bien con los creyentes y con los Ateos; por último, porque después de haber escrito dos misivas públicas al presidente Díaz-Canel, pasados tres meses, ha hecho caso omiso a mis interrogantes, mientras su caterva de seguidores me expulsa de la UNEAC, cierra mi correo electrónico y suspende la Peña Escritores al bate, único espacio remunerativo de mi existencia.

Con respecto a la última razón, yo sé, Señor del Espacio Sideral, que el Presidente cubano no tiene por qué rebajarse hasta un escritor de provincia y concederle un pequeño espacio de su preciado tiempo de parecido modo a como el ex presidente Obama se rebajó a jugar dominó con Pánfilo y sus amigos; o de semejante proceder a la reciente concesión de entrevista del presidente Trump al comentarista Ota Hola, debido a que jamás un revolucionario haría cosa tan alevosa y humillante.  

Por eso solo tú, Dios de los creyentes y Naturaleza de los ateos, queda como último reducto a mis peticiones. Aparécete en sueños no solo al presidente Díaz-Canel, sino al Gran Hermano que lo dirige y hazles entender que solo podrán sacar al país de la miseria, abriendo la economía y permitiendo la prosperidad sin límites de todos aquellos que producen. Que más humillante que conceder una entrevista o responder una misiva a un simple escritor de provincia, es pretender mantener alimentado a un pueblo con las limosnas que les envían sus familiares desde el exterior. Hazles razonar que cada vez que sus secuaces arrebatan un camión de plátanos que trasladaban al mercado, es un camión de plátanos que se traga la tierra y deja al pueblo con la boca abierta. Que en cada ocasión que sus piratas confiscan las capturas de un pobre pescador de la plataforma insular, saca a miles de necesitados el pan de la boca.  

Todo un pueblo ha de esperar por TU milagro, oh poderoso Señor del Espacio Sideral. De no poder convencer a estos obesos dirigentes, repite el prodigio de los panes y los peces en el Sermón del Monte. Haz que todo cubano, a las ocho en punto de la noche, cuando el Noticiero Estelar de la Televisión Cubana salga al aire, ponga frente a la pantalla de su televisor un saco vacío y de inmediato pueda llenarlo de cuantas producciones nacionales se desbordan por allí, incluyendo el café que hace varios días que no pruebo al levantarme, la carne de puerco desaparecida por completo de mi mesa y la leche pura, tal como la vemos caer en el cubo de latón jornada tras jornada. 

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