martes, 9 de febrero de 2021

Vista panorámica

Por las tardes, después que el sol se oculta tras los edificios de frente a mi casa, saco un balance hasta la acera y veo mi película.

Desde entonces, hasta que anochece, tengo un espacio de tiempo de hora y media. Sé que muchos prefieren disfrutar de seriales extranjeros en la televisión y hasta algunos menos habilidosos se atropellan la vista y el cerebro con la programación nacional y sus constantes inducciones políticas. Pero mi película es mirar, acomodado en la acera, el transitar de la calle: desde el mendigo que abre las bolsas de basura depositadas junto al poste eléctrico a orillas del cine –porque el tanque que situaron meses atrás ya se lo robaron–, hasta los pasantes a la bodega en busca de algo que "llegó", no importa sea mortadela, yogur de soya, leche para diabéticos, etc, etc, etc. Resulta humorístico escuchar a las comadres del barrio:

–Fulana, llegó morcilla por la libre. ¡Corre, antes que se acabe!

Mi calle es de doble sentido. El tráfico de carros, motos, bicicletas y cuanto tareco andante circula en Camagüey, desfila frente a mí, y lo disfruto.

En la acera del frente miro al viejo fotógrafo, que desde la era de los celulares le quebró el negocio, cuando todos los días saca hasta el último chirimbolo de su casa a ver si alguien se lo compra, y al oscurecer los recoge y se los lleva de vuelta sin vender nada. Y disfruto cómo el policía retirado, ahora con los hijos "afuera" que le mandan gorras, pañuelos y mil bisuterías más, se las acomoda en los brazos estilo maniquí y de eso vive.

Y qué decir de los peatones de mi barrio cuando me susurran "qué malo está esto", "hasta cuándo Dios mío", y tantas frases desesperadas más, que no cabrían en veinte cuartillas de papel, pero ni siquiera se atreven a dar un like a mis comentarios en Facebook.

En medio de este calidoscopio de vivencias existenciales, llegó mi primo Cuco, muy optimista por el cambio: que "a esto ahora sí le queda poco", que "la gente se va a tirar pa la calle", que "el hambre ya no hay quien la soporte"…

En eso estaba cuando apareció el "buzo" y comenzó a abrir jabitas con desperdicios de comida y otras inmundicias, recolectando lo que le pareció utilizable.

– ¿Crees que este hombre, joven todavía, será capaz de tirarse a la calle? ¿Crees que ese fotógrafo lo haga, o aquel ex policía, que de seguro perdió el traje por alguna pifia que le descubrieron?– repliqué, echando por tierra su "optimismo".

– Pero todo el mundo no es tan manso, primo. La miseria ha espantado al miedo y la desinformación ya no les funciona –recalcó muy seguro. –Apuesto a que ese hombre que viene por allí sí está dispuesto.

En eso pasaba el vecino que todas las tardes cruza frente a mi casa con una tanqueta de sancocho. Ya es costumbre detenerse a tomar un respiro y contarme del puerquito que cría en el patio de su casa.

       ¿Qué tal, vecino?– me dijo poniendo la tanqueta en el suelo.

       ¡Aquí, vecino!– le respondí en buen cubano–: ¿Cómo le ves el ojo al gallo? ¡La cosa está mala, acere!

       ¡Qué va, vecino!– respondió muy contento. –Ahora con este nuevo presidente las cosas van a mejorar.

       ¿Cambiaron a Díaz-Canel?

       No, chico, ¡qué va! Este… no sé bien su nombre, chico: el de Los Estados Unidos.

Mi primo Cuco se puso de pie y se fue sin despedirse.

2 comentarios:

  1. Ne sorprende ver que nadie haya comentado algo. Asi que rompo el hielo. No se de sus comentarios en Facebook porque las redes sociales no es "lo mío" pero de su libro "La Furia de los vientos" lei sus dos ediciones. Ahora me satisface encontrar este artículo suyo, cargado "poesía" que cuenta una escena camagueyana y por qué no cubana, de esas que todos conocemos. Se le acabaron las esperanzas a su primo Cuco... Jejeje. El imperio romano duro muchos años pero finalizó en algún momento. Parte de la doctrina comunista es la dialéctica y precisamente ese principio explica que no hay nada eterno...

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  2. No creo que los cambios esperados vengan con los vientos nuevos ...
    El cambio rotundo tiene que brotar de la nueva generación.
    La vida es simple , y la rasa humana es sencilla también, somos animales de costumbres y la historia es cíclica.
    Aproximadamente cada 70 años comienza un nuevo ciclo social, que surge como tendencia mundial.
    Ya estamos avocados a un comportamiento más práctico, que viene con una filosofía apollada en los resultados.
    Suerte del político que canalice esa tendencia.
    Lo difícil de estos tiempos es ser liser, porque hay tantos que es muy poco probable que puedas escoger uno que se ajuste a la mayoría de tus expectativas.

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