domingo, 29 de agosto de 2021

Reuniones y decretos: la estrategia de días-canel ante la crisis


 

Durante las últimas jornadas, Díaz-Canel ha llevado a cabo una serie de visitas y reuniones que demuestran la desesperación política que acosa al régimen. Luego de una escrupulosa selección de auditorio en diferentes gremios, invita a los presentes a expresar cuáles son, según ellos, las soluciones inmediatas a implementar para salvar la crisis que atraviesa el país. Con escasas referencias veladas al levantamiento popular del 11 de julio. Por la noche en el Noticiero de Televisión Cubana (NTC), aparecen algunas opiniones críticas de ciertos participantes y, a modo de colofón, el mandatario lanza al pueblo su gastado y repetitivo discurso.

También ha derrochado calurosas horas de su tiempo en visitar localidades "conflictivas"a su poder, como el barrio La Güinera, en Arroyo Naranjo escenario emérito del 11J o San Isidro, en La Habana Vieja, enclave donde se fraguó el primer chispazo independentista de esta nueva era. Sin embargo, no son esos que vemos en el video del NTClos interlocutores en los que el titulado presidente puede hallar respuestas objetivas para satisfacer los reclamos de una nación que toca fondo. En La Güinera debió buscar al nutrido grupo de manifestantes de la fecha señalada y en San Isidro dar la cara a Luis Manuel Otero Alcántara y a Maykel Osorbo, excarcelándolos de paso.

El más interesante de esos encuentros, a mi entender, fue el intercambio con periodistas de medios informativos estatales, en el que salieron a la palestra, cual ajiaco criollo, algunas pifias, críticas e inconformidades, pero ojo, siempre dentro del marco de la "continuidad". Y particular atención me ganó el aparente reformismo de la comunicadora Cristina Escobar, que después de muchas vueltas terminó diciendo que "la prensa es una construcción de omisiones, y hay que escoger inteligentemente qué vas a poner…" ¡Bravo por Cristinita! Reafirma una vez más que hay que continuar mintiendo en la continuidad, eso sí, con mayor cautela, como si ocultar la verdad no fuera la manera más sórdida de mentir.

Sería mejor que Díaz-Canel concertara una o varias reuniones con los manifestantes del 11J que permanecen en cautiverio, reclusiones domiciliarias o multados, y preguntara cuáles fueron los motivos de sus protestas. Luego pudiera ir con su equipo multidisciplinario hasta las decenas de comunidades donde hubo manifestaciones ese día y acercarse a los que protestaron para preguntarles también. Por último, debería preguntar igualmente a aquellos que no salieron a la calle ni a protestar ni a reprimir, por las causas que llevaron a sus vecinos a un hecho sin parangón en la historia de Cuba. Para eso, presidente, no necesita invocar decretos 35 ni otra leyes mordazas.

La realidad de Cuba es palpable y agónica, pero no por el embargo norteamericano enarbolado como satánico y genocida, mientras llegan los paquetes de pollo yanqui, a precios elevados para la población. Cuba está ahogada por una pandemia in crescendo debido a la falta de recursos médicos y la mala gestión de ministros ineptos encabezados por un presidente que hace rato perdió el prestigio entre su pueblo. Cuba está hambrienta por la centralización productiva del campesinado, el monopolio estatal de la pesca y el sometimiento de toda iniciativa individual. Cuba está desengañada después del atraco financiero de la llamada tarea ordenamiento, que desvalorizó la moneda hasta cifras nunca imaginables ocho meses atrás y desvalijó los ahorros de miles de cubanos que guardaban el CUC como si fueran dólares. Cuba está despertando después de medio siglo de falsas promesas, descubiertas hoy gracias a la información de medios alternativos imposibles de acallar ni con amenazas por decreto.

 

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